Empezó el mes de octubre y, todos los 1 del décimo mes del año, celebramos el Día Internacional del Café con el objetivo de rendir homenaje a una de las bebidas más consumidas y populares del mundo.
También es una oportunidad para promover prácticas cafeteras más sostenibles y para visibilizar la difícil situación de los productores de café en el mundo debido a que desde hace varios años este día ha girado entorno a los graves problemas que están enfrentando.
El problema es bastante sencillo, en los últimos años el rendimiento de los cultivos de café se ha incrementado, ocasionando un excedente de producción que ha disminuido el precio del producto en el mundo.
Aunque la taza de café que tomas por la mañana no ha bajado de precio, realmente hoy en día un productor gana una mínima parte por cada taza y esa ganancia no le permite invertir nuevamente en mano de obra, fertilizante, tierra, equipos, etc.
Este problema se ha incrementado debido a la crisis del COVID-19, y por ello, el futuro del café peligra porque muchos jóvenes se están alejando de las explotaciones familiares buscando mejores oportunidades en otros sectores. Muchos puestos de trabajo se han perdido, y el sector está en declive.