La sensibilidad de los humanos, es un arte que se debe cultivar constantemente, y este el caso del poeta jujeño Ezequiel Villaroel que proyecta todos sus sentimientos, conocimientos y emociones en cada una de sus obras.
Su pasión por la poesía le permitió consagrarse ganador del concurso regional de poesía de la Feria del Libro de La Rioja. Aunque no es el único reconocimiento que registra en su carrera, debido a que a sus 39 años lleva publicado un par de libros: La hora de la siesta (2006), No alcanzó el nivel deseado (2009), Al menos no está lloviendo (2013).
El premio riojano lo obtuvo con el libro 370, título que hace alusión a uno de lo sectores del barrio Alto Comedero ubicado en la periferia de la capital jujeña.
Temática de su libro de poesías
El tema principal del libro es la marginalidad, está ambientado en la década del 2000 y los poemas giran en torno a un grupo de adolescentes de las 370 viviendas del barrio Alto Comedero.
De las palabras al hecho
(Dos poemas del libro ganador)
ODISEA DEL ESPACIO
unos primates encuentran un monolito gigante que
los conduce a un estado de inteligencia superior.
millones de años después
una pared llena de grafitis
es nuestro lugar de encuentro
entre las ruinas del aeroclub
en medio de la pista donde a veces volamos
y nos estrellamos como cascarudos contra los focos rotos
en plena oscuridad.
hay una casa de bloques
vacía
sin ventanas ni puerta
a la que alguien le puso “cogedero” con aerosol
justo arriba de la entrada.
nos metemos los días de frío
o en temporadas de lluvia
y hacemos un fueguito
con ramitas secas y un encendedor
mucho más zarpado que el de nuestros ancestros.
MADE IN CHINA
el reloj que afanamos
en la feria
tenía agujas fosforescentes
tres agujas que brillaban en la oscuridad
y salían del cuadrado.
andaba para la mierda ese reloj
se adelantaba
y nosotros envejecíamos más rápido.
Brayan decía que era la falopa
yo decía que eran las pilas
y cuando nos acostábamos en el cogedero
nos despertábamos con las barbas crecidas
y cuando volvíamos a las 3-70 viviendas
nuestros viejos parecían más pendejos que nosotros
y cuando nos íbamos de las 3-70
algunos ya no volvían al cogedero
no volvían al barrio
no volvían a la cuadra
no volvían a sus casas
no volvían.
Fuente: Página 12.