El “consumo vampiro” de energía es un fenómeno en aumento, donde los electrodomésticos y dispositivos electrónicos continúan consumiendo electricidad incluso cuando están apagados o en modo de espera. Esta situación, según el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE), puede incrementar significativamente la factura de luz mensual y aumentar las emisiones de dióxido de carbono, afectando tanto a los hogares como al medio ambiente.
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Dispositivos comunes como televisores, consolas de videojuegos, equipos de audio y computadoras son los principales responsables de este consumo oculto. Por ejemplo, una computadora de escritorio puede gastar hasta 75 Wh en modo de espera y hasta 21 Wh en modo de hibernación, mientras que un microondas puede consumir hasta 25 Wh si la puerta queda abierta. Este tipo de consumo, aunque invisible, representa entre un 5% y un 16% del consumo eléctrico total en los hogares argentinos, según datos de la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (CADIEEL).
El ENRE recomienda desconectar estos aparatos cuando no estén en uso o, de ser posible, utilizar enchufes inteligentes que permitan gestionar el consumo desde el celular. Estos dispositivos no solo ayudan a cortar el suministro eléctrico de manera remota, sino que también facilitan el monitoreo del consumo en tiempo real. De esta forma, los hogares pueden tomar un control más activo de su gasto energético y contribuir a la sostenibilidad.
Algunos ejemplos destacados de “consumo vampiro” incluyen: televisores LED, que pueden consumir hasta 1,5 Wh cuando están apagados pero enchufados, y los cargadores de celulares, que aunque no estén conectados a un dispositivo, siguen gastando entre 0,1 y 0,5 Wh si permanecen enchufados. Aunque estos números puedan parecer bajos, el consumo acumulado en un hogar promedio puede sumar una cantidad importante de electricidad a lo largo del año.
Para reducir el impacto del “consumo vampiro”, además de desenchufar los aparatos, el ENRE sugiere incorporar hábitos como apagar por completo los dispositivos, desconectar cargadores y adquirir electrodomésticos con certificación de eficiencia energética. Estas pequeñas acciones no solo ayudan a ahorrar dinero, sino que también son fundamentales en la lucha contra el cambio climático.