El exrepresor Julio Simón, condenado por crímenes de lesa humanidad, falleció en la cárcel mientras cumplía su condena.
Julio Simón, más conocido como “El Turco Julián”, murió en la Unidad N° 34 del Servicio Penitenciario Federal, ubicada en Campo de Mayo, donde cumplía condena por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar.
Un torturador al servicio del terrorismo de Estado
Durante los años más oscuros del país, Simón operó en el centro clandestino de detención El Olimpo, donde integró grupos de tareas encargados de secuestros, torturas y desapariciones. Su nombre quedó marcado por la brutalidad con la que ejecutaba los interrogatorios y por su obsesión con los prisioneros de origen judío, a quienes sometía a tormentos con un marcado antisemitismo.
Fue condenado en tres ocasiones por su rol en la represión ilegal. En 2006, recibió una sentencia de 25 años de prisión por la detención ilegal y torturas contra José Poblete y Gertrudis Hlaczik, además de la apropiación de su hija de ocho meses. Luego, en el marco de la causa “Batallón 601”, se le impusieron 23 años de prisión por su participación en secuestros y desapariciones entre 1979 y 1980.
De la impunidad a la cárcel
Tras la restauración de la democracia, Simón logró evadir la Justicia durante años, refugiándose en Brasil, donde trabajó como guardaespaldas. Sin embargo, el fin de las leyes de impunidad permitió su enjuiciamiento y encarcelamiento.
Entre los testimonios que lo señalaron, el del cineasta Jorge Taglioni fue uno de los más estremecedores: “Usaba una bandera nazi como brazalete y se ensañaba con los detenidos judíos”, relató.