JUJUY A DIARIO

Murió Coco, un mono carayá rescatado en cautiverio en un departamento

Murió Coco, el mono carayá que fue rescatado en 2021 de un placard en una casa del barrio porteño de Belgrano, donde se realizaban fiestas electrónicas clandestinas. El animal fue encontrado en condiciones de extrema desnutrición, sin dientes y con atrofia muscular debido a la mala alimentación y al encierro en un espacio sin luz ni ventilación. Tras su rescate, Coco fue cuidado por la ONG Pájaros Caídos y luego alojado en la Fundación Zorba, donde vivió más de tres años bajo atención especializada.

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La historia de Coco trascendió por la crueldad que sufrió y la difícil rehabilitación que atravesó. A pesar de los cuidados, Coco nunca pudo recuperar la capacidad de vivir en su hábitat natural ni la movilidad propia de su especie, quedando condenado a depender de humanos. Su fallecimiento fue confirmado por la Fundación Zorba, que agradeció el apoyo y el amor recibido durante todo este tiempo. Este caso puso en evidencia la problemática del tráfico ilegal de fauna y la necesidad de proteger a las especies nativas en peligro de extinción en Argentina.

Coco nunca pudo recuperar la capacidad de vivir en su hábitat natural ni la movilidad propia de su especie

La historia

Coco fue hallado en condiciones extremadamente precarias y de maltrato severo en una mansión del barrio porteño de Belgrano durante un allanamiento en 2021, motivado por denuncias de fiestas clandestinas y ruidos molestos.

Estaba encerrado dentro de un ropero sin luz, agua ni ventilación, en un espacio oscuro y cerrado que le impedía moverse con libertad. Presentaba un cuerpo atrofiado, con atrofia muscular y sin dientes, lo que dificultaba su alimentación, ya que había sido alimentado con comida ultraprocesada para humanos, como chocolates, caramelos y galletitas, en lugar de su dieta natural. Su peso era casi seis kilos menos de lo que debería pesar, y su estado general reflejaba años de abandono y maltrato.

Además, Coco no emitía los característicos aullidos de su especie, el mono carayá, lo que sugiere que posiblemente le hayan cortado las cuerdas vocales, una práctica común en animales destinados al mascotismo para evitar sus ruidos fuertes. La combinación de estas condiciones físicas y psicológicas lo dejó con una movilidad muy limitada y sin posibilidad de volver a su hábitat natural, condenándolo a depender de cuidados humanos de por vida.

Conciencia

La historia de Coco tuvo un gran impacto en la conciencia pública sobre el tráfico ilegal de animales y el maltrato animal en Argentina. Su caso generó una fuerte conmoción social y mediática que puso en evidencia las crueles condiciones que sufren muchos animales silvestres víctimas del tráfico y la tenencia ilegal como mascotas.

Coco simbolizó el drama del mascotismo y la extracción ilegal de fauna silvestre, prácticas prohibidas pero aún frecuentes en el país. Expertos y organizaciones aprovecharon su rescate para alertar sobre los daños irreparables que esta actividad genera en los animales, el ecosistema y la salud pública. Además, su caso reavivó el debate sobre la necesidad de un cambio legal para que los animales no sean considerados “cosas” sino sujetos de derechos, lo que facilitaría su protección y sanción a los responsables.

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