Laura LozanoA casi medio siglo del inicio de la dictadura cívico-militar, el país reflexiona sobre las huellas que dejó uno de los períodos más oscuros de su historia.
El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas tomaron el poder mediante un golpe de Estado, derrocando al gobierno constitucional de Isabel Perón e instaurando una dictadura que se extendió hasta 1983. Durante esos años, se registraron graves violaciones a los derechos humanos: alrededor de 30.000 personas fueron desaparecidas, miles sufrieron torturas y detenciones ilegales, y centenares de niños fueron apropiados y criados bajo identidades falsas.
La dictadura argentina no operó de manera aislada, sino que formó parte del Plan Cóndor, una red de cooperación represiva entre las dictaduras del Cono Sur que permitió la persecución y desaparición de militantes políticos en toda la región. Chile, Uruguay, Paraguay y Brasil fueron algunos de los países donde también se implementaron estos mecanismos de represión coordinada.
Desde la recuperación democrática, organismos de derechos humanos han trabajado para esclarecer los crímenes del terrorismo de Estado y buscar justicia para las víctimas. En este marco, el 5 de marzo pasado, la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) anunció la creación de una Comisión Permanente de Memoria, con el objetivo de identificar a los miembros de su comunidad académica que fueron víctimas de la represión durante el período 1973-1983.
Cada año, la conmemoración del Día de la Memoria incluye movilizaciones, actos y actividades culturales en todo el país. En los últimos años, las redes sociales también han sido un espacio clave para la reflexión y la difusión de testimonios. Durante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, se organizó un “pañuelazo blanco” virtual, replicando el símbolo de lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
A 48 años del golpe, la memoria sigue siendo un pilar fundamental para la sociedad argentina, con el compromiso de mantener viva la consigna: Nunca Más.
Jujuy A Diario
Andrea M. Cabrera
