La violencia en las tribunas transformó un partido de Copa Sudamericana en una escena de peligro y descontrol.
El encuentro por los octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y Universidad de Chile terminó de manera abrupta en el estadio Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini, en Avellaneda. La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) decidió cancelar definitivamente el partido tras violentos incidentes que involucraron a hinchas de ambas parcialidades.
Según el comunicado oficial, “la Dirección de Competiciones y Operaciones de la CONMEBOL informó que, ante la falta de garantías de seguridad por parte del club local y las autoridades, el partido queda cancelado y el caso será derivado a los Órganos Judiciales de la CONMEBOL para futuras determinaciones”. La decisión marca un precedente poco habitual en torneos continentales, donde normalmente se opta por la suspensión temporal.
El inicio de los problemas se registró cuando los hinchas visitantes arrojaron proyectiles y bombas de estruendo desde la tribuna Pavoni Alta hacia los simpatizantes locales. A esto se sumó la irrupción de integrantes de la barra de Independiente en la tribuna visitante, lo que elevó la tensión y derivó en agresiones, destrozos y corridas. Un operativo de 650 policías y más de 150 agentes de seguridad privada no logró contener la violencia. “A los cuatro minutos del segundo tiempo, el árbitro detuvo el encuentro mientras se registraban corridas y la caída de un hincha desde gran altura”, indicaron fuentes oficiales.

Conmebol ya inició la revisión de videos, informes policiales y reportes de seguridad para determinar responsabilidades. Entre las posibles medidas se contempla la repetición del partido a cargo de los responsables o incluso la declaración de nulidad del resultado. Mientras tanto, la investigación continúa a ritmo acelerado dada la gravedad de los hechos y el precedente que podría sentar para futuras competencias continentales.