La tradición tiene una fecha fija que miles de familias respetan año tras año, y su origen está vinculado a creencias y prácticas que se remontan siglos atrás. Aunque muchos la cumplen por costumbre, su significado es mucho más profundo.
Cada diciembre, en hogares de todo el país se repite el mismo gesto: el armado del arbolito el día 8. Para algunos es el inicio emocional de la temporada navideña; para otros, simplemente un hábito heredado. Sin embargo, la elección de esta fecha está lejos de ser casual.
El motivo principal está ligado a la celebración de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, una festividad de la Iglesia Católica que se conmemora cada 8 de diciembre. Con el paso del tiempo, este día comenzó a ser promovido por la institución como el comienzo del período navideño, y el armado del árbol quedó asociado de manera directa a esa jornada.
El simbolismo del árbol navideño
Más allá de la fecha, el arbolito acumula significados que atraviesan culturas y épocas:
- Vida y renovación, por su asociación con los pinos siempre verdes.
- Luz, representada en las guirnaldas que iluminan el hogar.
- Esperanza, visible en sus colores y adornos.
- Unión familiar, porque su armado suele ser un ritual compartido.
- Espiritualidad, simbolizada en la estrella que corona la punta.
En sus orígenes, la tradición proviene de antiguos pueblos nórdicos que decoraban árboles durante el invierno para celebrar el renacimiento del sol. Con el avance del cristianismo, esa costumbre fue incorporada y reinterpretada dentro de su calendario y sus celebraciones.
Hoy, en Argentina, armar el arbolito el 8 de diciembre se convirtió en una práctica arraigada que combina historia, creencias y afectos familiares, marcando el punto de partida de la temporada festiva.













