Con protestas en los 50 estados, la respuesta social fue inmediata. La medida económica ya sacudió a los mercados y dejó a la administración en la mira.
Bajo el grito unificado de “¡Hands off!”, más de mil cuatrocientas manifestaciones se replicaron a lo largo y ancho de Estados Unidos este fin de semana, en respuesta directa al nuevo arancel universal del 10% impuesto por Donald Trump a las importaciones. La medida, que entró en vigencia este sábado 5 de abril, fue anunciada en un tono desafiante por el mandatario, quien justificó su decisión bajo el argumento de una “emergencia nacional”.
Lejos de calmar las aguas, el anuncio encendió la mecha de un malestar que venía gestándose. Desde sindicatos hasta organizaciones LGBTQ+, veteranos de guerra, pequeños comerciantes y representantes del Partido Demócrata, diversos sectores se movilizaron en una contundente muestra de rechazo. “Han despertado a un gigante dormido”, expresó una periodista desde Washington, graficando el clima social que atraviesa al país.
Mientras Trump pidió desoír a los analistas económicos —quienes advierten una inminente recesión—, las protestas se fortalecen con nuevas adhesiones cada hora. Un informe del banco JP Morgan advirtió sobre el riesgo de una contracción económica de gran escala, debido al impacto directo de los aranceles sobre las cadenas de producción globalizadas y el comercio exterior.
La medida, que afecta a 184 países y excluye temporalmente a Canadá, México y ciertos recursos estratégicos, también golpea a países como Argentina. La Casa Blanca argumenta que el sistema comercial actual pone en riesgo la seguridad nacional, aunque en el plano internacional ya se habla de una guerra comercial en ciernes. El próximo 9 de abril, además, entrarán en vigor nuevos aranceles diferenciados por país, lo que podría escalar aún más las tensiones.