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Cinco estrategias para prevenir el estrés laboral propio de fin de año

Comienza diciembre y te acercamos cinco estrategias para prevenir el estrés laboral característico de fin de año. Anticiparse; organizar los días críticos; realizar balances con foco en lo positivo; fijarse objetivos razonables y preservar el equilibrio entre lo profesional y lo personal, son recursos valiosos para mantener la calma en la vorágine del cierre del año y las fiestas.

Como sucede cada diciembre, la vida personal y profesional se vuelven un caos. El cierre del año trae consigo reuniones, compromisos, balances, proyectos a medio hacer, la presión por alcanzar los objetivos proyectados, todo esto sumado al pico de actividades escolares, la organización de las celebraciones familiares y, para los más afortunados, también la planificación de las vacaciones.

“El bienestar de los colaboradores se ha incorporado definitivamente al ámbito de injerencia de las organizaciones. Cada diciembre, el cansancio acumulado a lo largo del año se hace notar en medio de una agenda que no da respiro y una lista infinita de asignaturas pendientes que generan estrés y ansiedad. Para alcanzar organizaciones más saludables, es necesario ayudar a los colaboradores reducir el estrés y lograr un sano equilibrio entre la carga laboral, las responsabilidades familiares y los momentos de ocio y esparcimiento, y ahí es donde los mandos medios juegan un rol clave para leer entre líneas cualquier signo de agotamiento y estar atentos al bienestar y el ánimo de los equipos”, sostuvo Andrea Ávila, especialista en gestión del capital humano en organizaciones de Randstad.

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Recomendaciones

  1. Anticiparse. El mejor aliado para evitar el estrés de fin de año es la planificación. Es usual que en esta época se deje todo para último momento, saludos, tarjetas, llamados, agradecimientos, festejos y celebraciones. Por eso, es ideal descomprimir la carga de los últimos quince días de diciembre, adelantándose y organizando las tareas con mayor anticipación para evitar llegar al 31 de diciembre con la soga al cuello.
  2. Organizar los días críticos. Tanto en el ámbito personal como en el laboral el pico de actividad de diciembre y las fiestas generan días particularmente cargados. Por ejemplo, muchas empresas necesitan de una estructuración especial para las fiestas, con armado de turnos, guardias y equipos de refuerzo. Un relevamiento temprano y bien pormenorizado de todas las necesidades para poder diagramar estos esquemas y comunicarlos con tiempo es clave para organizarse y descomprimir.
  3. Realizar balances con foco en lo positivo. La carga de esta época del año es tanto física como emocional, por eso ayuda mucho orientar el típico balance y recapitulación del año hacia lo positivo y no tanto sobre aquello que falta o que quedó pendiente. También es importante agradecer las experiencias vividas y resignificar cualquier contratiempo o fracaso atravesado, poniendo el foco en lo aprendido.
  4. Fijarse objetivos razonables. Un gran tema de fin de año son las metas personales y profesionales. Tal vez muchas se hayan alcanzado e incluso superado, aunque posiblemente nos queden algunas en el camino. Frente a esta realidad, es aconsejable visualizar los objetivos para el año entrante de manera pragmática, con objetivos alcanzables y que contemplen también la faz personal, ya que el desarrollo profesional y la realización personal necesariamente van de la mano.
  5. Preservar el equilibrio entre lo profesional y lo personal. Gran parte del estrés de fin de año surge por la dificultad para sostener una vida equilibrada dado que las jornadas laborales se vuelven interminables, los compromisos se multiplican y entran en tensión con nuestras actividades personales y familiares, que también se intensifican en esta época. Para esto, lo mejor es poner límites, aprender a decir que no, respetar el tiempo personal y reservarse un momento del día para el disfrute y la desconexión. Es muy importante cuidar la alimentación, las horas de sueño y hacer deporte o alguna actividad física para regular los niveles de estrés.

Diciembre está arrancando y para evitar que las presiones y el agotamiento físico y mental deriven en niveles de estrés nocivos, o incluso la posibilidad de sufrir “burnout” o síndrome del trabajador quemado, es necesario también administrar el tiempo de desconexión. La tecnología y el celular son herramientas que nos hacen la vida más fácil, permitiéndonos, literalmente, trabajar desde cualquier lugar y en cualquier horario, pero también son un arma de doble filo si uno no logra administrar el equilibro para que las presiones y las demandas del trabajo no invadan el tiempo de descanso y esparcimiento.

La tecnología hace que el trabajo ya no esté solamente en la oficina, sino allí donde uno vaya y eso puede generar efectos no deseados que las organizaciones deben atender para mantener el bienestar de sus colaboradores. Estar pendientes del trabajo 24×7 no es algo que pueda considerarse una conducta saludable. “Por eso ayuda mucho que las organizaciones tengan políticas y límites claros que fomenten un sano equilibrio, así como capacitar a los líderes para que ellos puedan transmitir a sus equipos la importancia del “work & life balance” y el bienestar se incorpore como un elemento clave de la cultura organizacional”, puntualizó Ávila.

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